Nuestras historias

  • Apoyamos anualmente:

    a la Feria Provincial del Libro en Gaiman;
    La Asociación apadrina a la Escuela N° 61 "Abraham Matthews" de Bryn Gwyn y mensualmente se abonan las horas del dictado de clases de galés a una maestra especializada; se donan revistas didácticas para el personal docente de los tres niveles y se colabora con material pedagógico; y anualmente se entrega una medalla al mejor alumno.
    Se difunden las distintas becas provenientes del país de Gales para el intercambio estudiantil, se facilita el trámite para la obtención de las mismas y se colabora económicamente para el viaje de los becarios.

    Otras:

    Se edita y/o se colabora con la edición de libros de interés vinculados con los fines de la Asociación;
    Se abona la impresión del periódico en galés "Y Drafod" en sus cuatro ediciones anuales;
    Se realizan disertaciones, conciertos y otras actividades en la instalaciones de la Asociación:
    Anualmente se financia el alojamiento de la profesora de idioma de galés;
    Organizamos mensualmente Cymanfa Ganu (reuniones de canto) en las distintas capillas del valle, y colaboramos con las mismas;
    Se realiza permanentemente el mantenimiento del edificio histórico y la ampliación y/o renovación de su mobiliario, y adquisión de equipamiento técnico para el desarrollo de sus actividades.
    Se otorga anualmente una medalla de plata para la competencia de poesía tradicional en idioma castellano.

  •  La fiesta de desembarco del otro lado del mundo.

    En Gales cada año se celebra en un punto distinto, este año la cita fue en Aberteifi, ubicado en el suroeste del condado de Ceredigion.

    Allí se reunieron un grupo de galeses nativos, y algunos patagónicos que se arrimaban al calor de un abrazo, un saludo, un intercambio de palabras que se dejaban pronunciar con un denotado sabor a tango. Para el asombro de los presentes aquellos rostros nuevos podían entablar una conversación sin problema en el viejo idioma galés que tanto lucharon nuestros abuelos por conservar, y que hoy con mezcla de nostalgia y alegría se vuelve a pronunciar, resaltando entre la pulcritud de lo conocido.

    152 años pasaron desde que aquellos aventureros decidieron adentrarse al inquieto y frío mar, dejando atrás todo lo conocido para formar allí en un lejano rincón del sur de un país desconocido, esa patria nueva, donde pudieran profesar su fe, hablar su idioma, izar su bandera. 

    "El Mimosa tenía tan solo cuatro botes salvavidas para unas treinta personas, lo cual significaba una  fracción pequeña de la tripulación que realizó el viaje; solo gente con un temple especial tiene el valor de subirse a un viejo barco y cruzar el Atlántico. Muy pocos se atreven a cambiar el mundo. Muy pocos se le atreven a la Libertad." 

    Ellos, montados en ese barco de esperanza y con su bandera de libertad guardada en la maleta decidieron emprender la aventura, y llegaron a lo desconocido. No fue fácil, perdieron muchas cosas en el camino, y sin duda alguna que su mirada ya no fue la misma desde entonces, seguramente entre lo azul de sus ojos se denotaba una pizca de nostalgia por lo que quedó, por el país que los crió y que los vio ir, al cual muchos aunque quisieron, jamas pudieron volver. Sin embargo están aquí con nosotros, en cada miembro de esa enorme familia que somos los descendientes de galeses, están en cada celebración, cada vez que entonamos su himno, cada 28 de Julio bajo el amparo de esas paredes de ladrillos ajados por la tempestad del tiempo que cuidadosamente fueron levantados con manos curtidas por el viento frío de la Patagonia para formar esos lugares de reunión que hoy son las Capillas galesas a lo largo de la provincia del Chubut.

    Sin duda que el objetivo fue cumplido, expresarse y profesar su fe libremente, hablar su idioma, cantar sus alabanzas, la bandera de libertad en la Patagonia flameó altiva, y atravesó barreras del tiempo, y llegó hasta nuestros días, para que como ahora celebremos cada 28 de julio recordando aquella obra de gran esfuerzo y valor.

    Este es un día de reencuentro, de conmemorar las hazañas pasadas, y de planificar acontecimientos futuros. Es una oportunidad para el balance, para ver que nos falta, pero sobre todo para celebrar; celebramos que vinieron, celebramos que están presentes, celebramos que no claudicaron a pesar de las adversidades, celebramos lo que fuimos, lo que somos, lo que seremos, celebramos que a pesar de todo y de todos, todavía estamos aquí.

     

    Gwyl y glaniad hapus i bawb!  

    Er gwaetha pawb a phopeth dyn ni yma o hyd! 

  • El Eisteddfod Nacional de Gales es una verdadera fiesta.

     

    Si nos remontamos un poco a la historia podemos saber que el Eisteddfod es una festividad de origen galés,

    que comenzó a celebrarse en el siglo XII, cuando el conde Rhys ap Gruffyddd de Deheubarth organizó una competición de poesía y música,

    en Aberteifi en 1176.

     

    Este año la cita fue en el norte de Gales, en la isla de Ynys Môn, en un pequeño pueblito llamado Bodedern que cuenta con apenas 1057 habitantes según el censo de 2011.

     

    Cada año se celebra en un punto diferente y es la ocasión ideal para conocer más de la cultura y el idioma, así como tambien para relacionarse con su gente, quienes siempre dispuestos a ayudar, reciben a todos los que llegan buscando la oportunidad de compartir y de degustar esta hermosa tradición.


    Seguramente muchos de los que leen estas líneas han estado ya en esta celebración, en Gales,

    o tal vez participaron en alguna de las que se hace en Chubut, bueno pues, debo decir que es un poco diferente. Pero el espíritu es el mismo.

     

    La curiosidad esta vez es que la tradicional "Carpa rosa" ya no está más, desde el año pasado se monta una estructura para la ocasión, de color blanco y de forma rectangular, por aquí dicen que es como una caja. Todos extrañan la renombrada "pabell pinc", no tuve la oportunidad de verla, sin embargo creo que lo importante es lo que sucede adentro.


    Al son de los coros pasa la tarde,

    el sonido de las voces y el aplauso que agradece le ponen la calidez que no siempre tiene el clima por aquí, el calor de los aplausos traspasa la estructura y llega hasta allí afuera, donde sucede todo lo demás.


    Afuera, es otro mundo, hay escenarios y música por doquier, algunos bailan, otros cantan, y los más tímidos se limitan a observar.

    Reconocidos artistas toman parte, esos que escuchamos en los CD's, que suenan los sábados a la tarde por radio nacional en Esquel están aquí. Fundidos entre la gente, que forma un mar.

    Y allí también estamos nosotros, con la mirada exaltada sin saber bien donde posarla.

    Miles de rostros nos cruzan, en la ingenuidad buscamos alguno que nos sea familiar, en la vorágine de emociones nuevas se escucha, allá a lo lejos una canción, canta una banda de chicos jóvenes en el escenario mayor de afuera, la canción habla de Wladfa, del desembarco, del año 1865, de los amigos que no están.

    Habla de nosotros.

    La piel erizada, el estómago anudado y el corazón en la garganta ahogando a la voz que se queda muda.

    No emite sonido.

    Las miradas húmedas.

    Una mezcla de orgullo, nostalgia y felicidad recorre el cuerpo.

    La mente plagada de imágenes pasadas, nos hace acordar a los nuestros, los que se fueron buscando una vida mejor. Podemos sentir en carne propia el desarraigo.

    Representado en los acordes de una canción se plasma el valor de nuestros abuelos.

     

    Demasiadas emociones para una tarde.

     

    El Eisteddfod nos invita a charlar, hace que nos olvidemos de la gramática y las mutaciones, simplemente dejamos fluir el idioma, que pasa entre nuestros dientes que entablan una sonrisa perpetua.

    Y eso les gusta.

     

    Son tres las horas que tardamos en llegar hasta aquel pueblito en el norte de Gales, no es tanto, porque en el camino uno puede admirar los verdes valles, y las coloridas flores y todo es más ameno, los patagónicos sabemos de lejanía, y tres horas no son nada, y más si al llegar te encontras con la magia que se vive en el Eisteddfod nacional de Gales.

     

    No se puede explicar en palabras porque vivirlo es mejor, sin embargo, trato, hago el mayor esfuerzo por transmitir la mística que allí se vive, no sé si puedo, pero a cualquiera que tenga la oportunidad le deseo que viva esta asombrosa experiencia, es un acontecimiento sin igual, donde el aspecto común es el idioma galés, aquí no hay nacionalidades si todos hablamos el mismo idioma, nos emocionamos con las mismas canciones y conocemos las mismas historias.

     

    Todo es color rosa -como la carpa- cuando del Eisteddfod nacional de Gales se trata, fundidos en la multitud estuvimos un puñado de patagónicos.

    Y allí ocurrió de nuevo la magia.

    Estar en Gales, es como estar en casa.